viernes, 3 de octubre de 2008

Románico: Escultura

Los siglos XI y XII conocen el renacimiento de la plástica. Hay una sabia armonía entre el edificio y la ornamentación escultórica. Esta tiene un fin esencialmente didáctico. En aquella época, cuando la cultura estaba al alcance de sólo unos cuantos privilegiados, la Iglesia se preocupó de enseñar la religión con un método práctico: haciendo sencillos catecismos y tratados religiosos en piedra, que entraban por los ojos.

Técnicas y materiales
La técnica más empleada va a ser el bajorrelieve, que con la evolución se convertirá en medio y altorrelieve en el que se muestran claramente volúmenes, pliegues, vestimentas y detalle de las expresiones. También se harán esculturas de bulto redondo, aunque casi siempre integrado en un marco escultórico o cuando se trate de figuras de pequeño tamaño como un crucifijo. Es habitual la policromía. Los materiales se reducen a la piedra del lugar, pero también a la madera (imágenes de culto, Cristos y vírgenes policromados) y especialmente a la tableútica (hueso) y la eboraria (marfil para pequeñas imágenes o crucifijos) o las piezas de metal.

Características
A) CARÁCTER ARQUITECTÓNICO Y ADAPTACIÓN AL MARCO: en el Medievo, las distintas actividades artísticas no se consideraban expresiones autónomas entre sí, de ahí que escultura y pintura queden subordinadas a las necesidades de la arquitectura, que es la que proporciona los emplazamientos en las que situarlas. Las columnas y el mainel de la portada se decoran, a veces, con estatuas adosadas. A las arquivoltas se ciñen figuras humanas, de animales y de toda índole. Los tímpanos son el lugar preferido del escultor románico. Allí se dispone el Pantocrátor, rodeado del Tetramorfos. También se nos muestra al Dios justiciero, en el juicio Final, encerrado en la mandorla, distribuyendo benditos y réprobos a derecha e izquierda. El muro queda por lo común desnudo. Los capiteles son instructivos, historiados, que encierran temas, a veces, de un complicado desarrollo. La decoración alcanza a veces la misma basa de la columna. El ábside es otro sitio acondicionado para la ornamentación, ciñéndose los motivos a la forma de las ventanas. Por el interior la escultura escasea.

B) CARÁCTER ANTINATURALISTA Y HIERÁTICO: la adecuación al marco genera que la escultura adquiera esquemas antinaturalistas, los personajes se metamorfosean cuanto sea necesario para adaptarse a él. Así mismo, es una escultura hierática, entendiendo como tal aquella que muestra su conformismo con formas previamente fijadas por la tradición religiosa. A comienzos del siglo XI las figuras son bastante rígidas. Aparecen de frente, con vestidos cuyos pliegues siguen trazados preestablecidos, los rostros, de frente, carecen de expresión y los ojos abiertos parecen desorbitados. El hieratismo es absoluto. A principios del siglo XII nace una escultura de movimiento en la que los personajes parecen abandonarse a un baile desenfrenado, aparece la emoción y el sentimiento personal. En estas dos épocas, el contrate entre la representación perfecta de pies y manos y la interpretación poco preocupada por el realismo del resto del personaje, inciden en el antinaturalismo. Todos estos artistas sabían, sin duda, repensar la realidad, pero si no se adaptan a ella no es porque desestimen las proporciones del cuerpo humano, sino porque semejante concepción no les interesa, y aspiran a crear un mundo representativo que esté por encima de la apariencia visible y capte la esencia de los seres. Existe una tendencia, minoritaria, pero patente, que sigue una línea naturalista. Se produce en el último tercio del s. XI y primeros años del XII, en España, Francia e Italia, donde los escultores consiguieron excelentes resultados al inspirarse en las manifestaciones romanas de su entorno (relieves del altar de San Sernin de Toulouse, capiteles del maestro de Jaca-Frómista) .

C) GUSTO POR LO ORNAMENTAL, TENDENCIA AL “HORROR VACUI”: aunque la escultura pueda tener funciones más importantes, no se puede dudar que se realiza para enriquecer, decorar y embellecer los muros. La escultura llena completamente la superficie que le es concedida, amontona personajes y elementos sin preocuparse de sus proporciones y sin someterse a las leyes de la perspectiva. El artista tiende a llenar todas las superficies utilizables.

D) CARÁCTER SIMBÓLICO: obligados a ocultarse en los primeros tiempos del cristianismo y a utilizar símbolos misteriosos (pez, cordero, etc.) para reconocerse entre sí, los cristianos conservaron este gusto por lo misterioso. No está claro si su sentido profundo era accesible sólo a clérigos y eruditos o a todo el pueblo, pero se sabe que el simbolismo existió.

E) CARÁCTER GEOMÉTRICO: las imágenes representadas están definidas por figuras geométricas; todas las figuras podrían descomponerse en esquemas triangulares que hacen de ellas representaciones dinámicas y que restan protagonismo al hieratismo y la rigidez.

Iconografía
Existen una serie de temas propios de este estilo que se van a repetir por doquier. En el desarrollo de la iconografía, el papel de la iglesia ha sido grande. El artista románico procede dentro de un reducido campo de libertad. En las representaciones se procura destacar la conciencia viva del pecado, el temor a la condenación y la necesidad del arrepentimiento. El gran desarrollo que alcanza el tema del Juicio Final testimonia el horror a la condenación que se pretende inculcar. El pecado adopta una forma repelente. La lujuria suele aparecer representada por una figura de mujer. Para representar al demonio se recurre a figuras de animales. Se desarrolla una auténtica demonología. Lo feo se pone al servicio de lo malo, de igual manera que la belleza sublime es atributo de Dios.
En cuanto a los temas principales, estos pueden ser religiosos o profanos. Los primeros, los religiosos, están inspirados en distintas fuentes: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento (especialmente el Apocalipsis de San Juan), los evangelios apócrifos, las vidas de los santos. Entre ellos, el tema más destacado es el del Juicio final: habitualmente se representaba a Dios como Juez Supremo, con la mano derecha bendiciendo y rodeado del Tetramorfos, que simboliza a los cuatro evangelistas. Es frecuente que sobre el dintel de la puerta aparezca un friso con los veinticuatro ancianos o la representación de los justos, presentados con gran orden y quietud, y los condenados, en los que surge la confusión y el dramatismo del mal. Ejemplo: relieves de la fachada de Santa Fe de Conques. En ocasiones el tema anterior es sustituido por la aparición de un Crismón, la Adoración de los Reyes, etc. Por lo que respecta a los temas morales, los pecados de la avaricia y la lujuria parecen haber sido los únicos que inspiraron a los artistas de esta época. De forma particularizada, aunque en general, fue muy representado el tema de las luchas entre las virtudes y los vicios.
Temas profanos: en época románica, los conceptos sagrado-profano estaban plenamente confundido, porque la actuación del individuo se explicaba con la trascendencia del más allá. Así, si los sermones de la época no escatimaban los ejemplos subidos de tono, las imágenes no le iban a la zaga. También era muy habitual representar ejemplos de la vida cotidiana: juglares y acróbatas, figuras en sus quehaceres diarios, escenas de ocio, animales familiares de corrales y bosques, animales afrontados, diablos, monstruos, dragones y engullidores, etc.

La escultura exenta
No es muy abundante, está realizada sobre todo en madera tallada y podemos encontrar dos temas fundamentales: Cristo crucificado y la Virgen con el Niño. En el primero, Cristo se halla sujeto a la cruz con cuatro clavos, estando así los pies separados; los brazos se disponen rígidos, ciñéndose a la cruz, sin sentir el peso físico. En la cabeza lleva una corona real, como corresponde a su condición de Rey de Reyes. No sufre, no experimenta dolor; es un Cristo hermético. Unas veces se encuentra vestido con larga túnica, sujeta con un cíngulo, otras veces cubre su desnudez con un faldón que va de la cintura a las rodillas, cayendo en pliegues verticales. En los cristos próximos al gótico los brazos se doblan, acusando el peso, y las piernas se cruzan, sujetas con un solo clavo. El tipo de Virgen deriva del arte bizantino. Es una imagen sedente, ostentando corona. El niño está sentado en el regazo, bendiciendo o con el libro en la mano. Ambas figuras están rígidas, sin que exista comunicación de madre e hijo. En alguna ocasión hace su aparición el Calvario (Cristo, María y San Juan), como en el descendimiento de Santa María de Tahull.

Función de la escultura
A primera vista parecerá que su función es solamente ornamental, y de hecho algunos autores como Hausser así lo mantienen. Sin embargo, la posición de Hausser contradice todas las interpretaciones de la época, pues desde los orígenes de la iconografía cristiana, los teólogos repitieron que las figuraciones servían para enseñar, a través de ellas, a un pueblo que no sabe leer ni escribir, mediante formas asequibles a su mentalidad y capacidad. Es por esto que estas formas eran toscas y desproporcionadas, porque el interés del escultor se centra en llevar la atención de los fieles sobre el contenido que expone, no sobre la forma, de ahí su carácter expresionista, deformante de la realidad, en aras de unos intereses didácticos.

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