miércoles, 24 de diciembre de 2008


Feliz Navidad - Merry Christmas - Boun Natale - Bon Nadal
Joyeux Noël - Feliz Natal - Fröhliche Weihnachten
Счастливого Рождества - Zorionak

miércoles, 10 de diciembre de 2008

El Camino de Santiago en Francia: La via Turonensis

Los peregrinos europeos que viajaban a Santiago de Compostela en la Edad Media debían atravesar Francia para llegar a nuestro país. Lo hacían a través de 4 caminos o vías principales: la Via Turonensis o Camino de Tours; la Via Podiensis o Camino de Puy; la Via Lemovicensis o Camino de Limoges; y la Via Tolosana o Via Arletanensis, Camino de Arles o de Toulouse. Los tres primeros caminos confluyen en un paraje denominado Gibraltar, que está situado cerca de la localidad vasco-francesa de Ostabat. De ahí estas tres rutas siguen unidad hasta Saint-Jean-Pied-de-Port, última etapa del Camino de Santiago en Francia antes de cruzar los Pirineos y entrar en España. La Vía Arletanensis parte de Arles en el Mediterráneo francés y tras atravesar Toulouse cruza los Pirineos por Somport, donde engarza con el Camino Aragonés.

Además de estas 4 vías principales existen otras muchas menores. Entre ellas destacan: Camino de Soulac o del Litoral Aquitano, que recorre la costa de la Plata y entra en España por Irún engarzando con el camino del norte; o el Camino del Piemonte Pirenaico, que parte del Mediterráneo y va paralela a los Pirineo y en parte al Camino de Toulouse. Puede atravesar los Pirineos por diferentes puntos, entre ellos Gavarnie.

Nosotros vamos a centrarnos ahora en la Via Turonensis (o vía de Tours) , la más septentrional. Parte de la Torre de Santiago en París, atraviesa Orléans, Tours, Poitiers y Burdeos. En la etapa de Ostabat, se le unen la via Lemovicensis y la via Podiensis, a la altura de la denominada Encrucijada de Gibraltar. Cruza la frontera española por el Puerto de Roncesvalles, donde toma el nombre de Camino navarro. Se encuentra con la via Tolosana en Puente la Reina y, a partir de esa etapa, prosigue su ruta hasta Santiago de Compostela bajo el nombre de camino francés.

Aunque la ruta parte de París, en nuestro caso vamos a iniciar el camino en la ciudad de Poitiers, en la región de Poitou-Charente. Se trata de una ciudad de unos 90.000 habitantes, con una larga historia, que ya existía antes de la llegada de los romanos a Francia. Entre los acontecimientos importantes de su historia podemos destacar la "Batalla de Poitiers" en el año 732, en la que los francos de Carlos Martel derrotaron a las tropas árabes, o el interrogatorio con el que fue examinada Juana de Arco en 1429, antes de que le fuera otorgado el beneplácito para dirigir el ejército real.

Entre los monumentos más destacados de Poitiers está la Iglesia de Notre-Dame la Grande, de estilo románico, con una impresionante fachada, obra maestra de la escultura románica. También destacados son el Baptisterio de San Juan, del siglo IV, uno de los más antiguos monumentos cristianos conservados en Francia, construido hacia el 360; la Iglesia de Saint-Hilaire-le-Grand, también románica y etapa del Camino de Santiago desde el siglo XI, o la Catedral de Saint-Pierre, de estilo gótico.

Desde Poitiers nos trasladamos a Melle, siyuada a unos 58 kilómetros. Se trata de una pequeña localidad con tres magníficas iglesias románicas, construidas entre finales del siglo XI y mediados del XII, siendo la más interesante la de Saint-Hilaire.

Apenas a 28 kilómetros de Melle se encuentra otra hermosa localidad, Aulnay, donde no debemos dejar de visitar la Iglesia de Saint-Pierra, del siglo XII, con una magnífica decoración escultórica. Siguiendo la ruta, a 19 kilçómetros se encuentra Saint-Jean-d'Angély. Entre sus monumentos destacan las casas "a pain de bois" de los siglos XV y XVI o abadía real de Saint-Jean-Baptiste.

Continuamos nuestro camino hasta llegar a Saintes, a 30 kilómetros. Saintes es una ciudad monumental, donde debemos visitar su anfiteatro romano (año 40 d.C.), el arco de Germanico, construido entre los años 18 y 19 d.C. o sus monumentos medievales, como la abadía de las Damas, del siglo XII (aunque los edificios conventuales son del siglo XVII), la basilica de Saint-Eutrope, del siglo XI y la catedral de Saint-Pierre, comenzada en el siglo XIIy finalizada en el XVII.

Visitamos a continuación la pequeña localidad de Pons, a 20 kilómetros de Saintes, donde destraca su donjon (torre castillo) del siglo XII o la iglesia de Saint-Vivien.

Finalizamos nuestra ruta en Burdeos (a 99 kilómetros de Pons), ciudad que merece una visita. Entre sus monumentos destacan el anfiteatro romano (siglo III), las iglesias románicas de San Severino y de la Santa Cruz, la catedral de San Andrés (siglos XII-XVI) o la iglesia de San Miguel. No debemos marcharnos sin probar sus famosísimos vinos o pasear por su zona comercial.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Románico en el Languedoc-Roussillon

Después de toda esta explicación sobre las características del arte románico, vamos con una ruta en la que podemos ver algunos de los más bonitos ejemplos de románico rural en Francia.

Nuestro punto de origen es Perpiñan, una ciudad muy agradable, muy cerca de la frontera con España. Allí podemos visitar el Castillo de los Reyes de Mallorca, el Castillet o la catedral.

Desde allí nos dirigimos a Elne, a tan sólo 12 kilómetros, donde nos encontramos con uno de los claustros románicos mejor conservados de toda Francia. La construcción se hizo en diferentes etapas: la galería sur fue realizada a finales del siglo XII; la galería este a principios del siglo XIII; la galería norte a finales de ese mismo siglo; y la galería oeste a principios del siglo XIV. El claustro tuvo también un piso, del siglo XIV, que fue destruido en 1827.
La escultura de la galería sur es completamente románica. La columna central está adornada con escenas históricas de la vida de san Pedro y san Pablo. La galería oeste es un duplicado de la galería sur, con algunos capiteles de estilo gótico. En la galería norte hay capiteles de estilo románico y otros de estilo gótico. El esquema es igual al de la galería sur, con capiteles decorados con motivos vegetales y animales y con una única escena histórica, el martirio de Santa Eulalia de Mérida y de Santa Julia, en el pilar central. La galería este, de estilo gótico, está decorado con escenas de la infancia de Cristo representadas en las columnas, y escenas de la Pasión en las paredes.

El claustro se encuentra adosado a la Catedral de Santa Eulalia y Santa Julia, románica con elementos góticos (s. XI-XII), que fue sede episcopal hasta el siglo XVII, cuando el obispo se trasladó a Perpiñan.

A pocos kilómetros se encuentra la pequeña población de Saint-Génis-des-Fontaines, donde debemos visitar la iglesia del antiguo monasterio benedictino de Saint-Génis. Lo más destacado de esta iglesia, construida sobre una base prerománica del siglo X y ampliada en el siglo XII, es el dintel de la puerta. Se trata de una de las primeras muestras de escultura románica de toda Francia. Se trata de una pieza de forma rectangular de mármol blanco. Está esculpida en bajo relieve de forma muy minuciosa. En el centro del dintel se observa la figura de Cristo, inscrito en una mandorla perlada sostenida por dos arcángeles. Está encuadrado por dos grupos de tres personajes cada uno. También es visible una banda en la que se encuentra una inscripción en latín medieval. En la inscripción aparece la fecha de construcción del mismo ya que se cita que fue realizado por orden del abad Guillem el año 24 del rey Roberto, haciendo referencia a Roberto II de Francia que reinó entre el 996 y el 1031. Por eso puede datarse el dintel en el año 1020.

Desde Saint-Génis-des-Fontaines regresamos a Elne para coger la carretera D612 en dirección a Thuir, donde encontramos unas bodegas construidas por Gustave Eiffel. Desde allí partimos hacia Ille-sur-Têt, donde cogemos la N116.

Justo a la salida de esta localidad encontramos el desvío hacia el Priorato de Serrabona, una de las construcciones más hermosas del románico francés. El Priorato se encuentra en medio de la naturaleza, y se accede hasta él por una carretera de montaña desde la que se ven hermosos paisajes. Se tarda más o menos media hora en llegar desde el desvío, y para salir de allí hay que volver luego sobre nuestros pasos. Pero merece la pena.

El priorato aparece citado ya en 1069 como iglesia. En 1082 se fundó en ella un priorato de canónigos agustinos, que quedó bajo la protección del vizconde de Cerdaña. Aunque el obispado de Elna reclamó obtener autoridad sobre el cenobio, la comunidad consiguió consolidarse. En 1151 estaba compuesta por 20 miembros. La vida monástica fue decayendo y en 1535 la comunidad era de sólo tres monjes. En 1592 Santa Maria de Serrabona fue secularizada y sus posesiones y rentas quedaron en manos del obispado de Solsona. A pesar de que a mediados del siglo XIX se la declaró Monumento Histórico Artístico, la iglesia se fue degradando.

La nave actual de la iglesia se consagró el 5 de octubre de 1151. Para su construcción, se prolongó la nave original y se construyeron el transepto y la cabecera, compuesta por el ábside y dos absidiolos. Además, se añadió una nueva nave que se comunica con la nave central mediante dos arcos. Se cree que el campanario es de factura anterior ya que se utilizaba como torre de defensa. El material utilizado para la construcción del edificio es la pizarra y, para las esculturas, el mármol rosa de Conflent.

El principal elemento de la abadía es el conjunto de escultura románica de su interior. Se cree que son obra del mismo maestro que se encargó de la construcción de la tribuna del monasterio de San Miguel de Cuixá.

El elemento más ricamente decorado es la tribuna o coro interior. Se cree que se encontraba en otro punto del templo y que se trasladó al actual, dividiendo la nave en dos partes, durante una de las reformas. Esta formada por dos hileras de tres arcadas. Cada uno de los espacios formados por estas arcadas está cubierto con bóveda de arista. Las columnas están rematadas por capiteles ampliamente decorados con temas zoomórficos en los que abundan los leones y las águilas. También hay ángeles y arcángeles. El frontal de la tribuna presenta decoraciones con temas geométricos y vegetales. Aparecen además representados los símbolos de los cuatro evangelistas así como serafines y algunos animales fantásticos. El claustro es muy pequeño y consta de una única galería. Presenta ocho pares de capiteles realizados también en mármol con una decoración más tosca que la de los capiteles interiores.

De vuelta a la carretera, continuamos nuestro viaje siguiendo las indicaciones que nos marcan el camino hacia Andorra. Al llegar a Prades, podemos visitar en Codalet el Monasterio de San Miguel de Cuixá. Esta fue una de las abadías más importantes de la Edad Media. Sin embargo, a partir del siglo XVI entró en decadencia, aunque siguió habitada hasta la Revolución Francesa. La abadía entonces desaparece y sus edificios son vendidos instalándose en ellos naves industriales y agrícolas. El campanario Norte se derrumba en el invierno de 1829. A lo largo de este siglo los edificios de alrededor de la iglesia van destruyéndose poco a poco; el claustro es vendido, capitel por capitel, lo mismo que la fuente, a los anticuarios y a los amantes del coleccionismo. En 1908 no quedan más que doce columnas.

En 1913, un escultor americano George Grey Barnard, que ya había comprado algunas esculturas de Cuixá a un anticuario parisino, se desplaza a este lugar y adquiere muchas de las obras que se hallaban diseminadas por el país. Las mismas dan origen a la reconstrucción del claustro en el Cloisters Museum de Nueva York. Sin embargo, Barnard, no pudo comprar la serie que adornaba el edificio de los baños de Prades, por cuya conservación se movilizó el pueblo. Estos capiteles fueron utilizados para la reconstrucción de la mitad del claustro en 1955.

En 1919, Fernando Trulles, compró la abadía y realojó en ella a los Cistercienses de Fontfroide, que habían abandonado Francia en la época de las leyes sobre las congregaciones. Los cistercienses se instalaron y fueron reemplazados, en 1965 por los Benedictinos de Montserrat. En los años 1920 la abadía fue objeto de varias campañas de restauración llevadas a cabo por los servicios de los Monumentos Históricos. En 1936, las obras son dirigidas por el arqueólogo catalán Josep Puig i Cadafalch, obligado a huir de España durante la guerra civil. La cripta del Pessebre es descubierta. En 1952, bajo las construcciones de la vivienda del sacristán mayor, se descubre y reconstruye la iglesia de la Trinidad. En 1954 Pau Casals, en esta iglesia que todavía no tiene techumbre, inaugura el festival de música clásica de Prades, se cubrirá en 1957.

La iglesia está ahora completamente restaurada, así como la cripta románica y lo que queda del claustro, reconstruido con elementos originales, lo que permite imaginar como debió ser en su momento de esplendor. El resto del claustro puede visitarse en Nueva York.

De vuelta a la carretera y en nuestro viaje hasta Andorra podemos visitar Villafranca del Conflent, Corneilla-de-Conflent, Mont-Louis o Font Romeu, además de la Abadía de San Martín de Canigó. No obstante, el acceso a esta última es muy complicado, debe hacerse a pie, superando un amplio desnivel, o en 4x4.

En fin, en esta zona encontramos un buen destino para un fin de semana, en el que ver arte (hay muchos más ejemplos de románico por esta zona de los que no hemos hablado), disfrutar de la naturaleza, de una buena comida y de los buenos vinos del Languedoc, además de poder hacer una escapadita a Andorra y hacer algunas compras.

martes, 7 de octubre de 2008

Románico: Pintura

La pintura se subordina a la arquitectura. Se ofrecen tres variedades: frescos murales, frontales y miniaturas.

1.- Pintura mural

No sólo ilustran con relieves los artistas de los siglos XI y XII los argumentos bíblicos; con similar entusiasmo se sirven de la pintura para cubrir muros, bóvedas y ábsides de frescos expresivos. No obstante, sólo conservamos las pinturas de las iglesias más humildes, ya que las más ricas se sometieron a revocos y reformas que destrozaron para siempre las páginas de estos siglos.

Las técnicas más utilizadas son tres:
a) Pintura al fresco: consiste en pintar con colores mezclados con agua sobre un enlucido fresco que se compone de cal apagada y arena fina, mezclados en una proporción conveniente y antes de que seque la superficie. La pintura se incorpora el revoco que adquiere dureza al secarse. La ejecución del fresco exige gran seguridad de trazo y una gran rapidez, porque no se puede pintar con la pared seca.
b) Pintura a la greca: consiste en aplicar sobre dos capas secas de cal un dibujo de trazos rojos, en cuyo interior el fresquista coloca un fondo negro, realzado con azul, sobre el que se aplican los colores, pero de una paleta muy restringida, en la que no hay mezclas. Muy utilizada en Francia.
c) Pintura al temple: es una pintura mate de fondo claro. Constituye un intermedio entre las dos técnicas anteriores: el revoco es el mismo del fresco (cal y arena diluidas en agua), sobre el que se aplican los colores que utilizan como disolvente, no el agua, sino cola o huevo, y cuentan con la particularidad de que el revoco puede secarse antes de que el pintor vuelva a intervenir, bastará con humedecerlo.

Características principales
En principio, la pintura mural cuenta con las mismas características que hemos señalado para la escultura: carácter arquitectónico y adaptación al marco (paredes interiores del templo, especialmente el ábside); carácter antinaturalista y hierático; gusto por lo ornamental y tendencia al “horror vacui”; carácter simbólico y carácter geométrico.
La pintura además, presenta una serie de características que le son propias:
a) Carácter gráfico: con gran economía de medios plásticos se intentaba reproducir los rasgos esenciales de lo representado, aunque lejos de toda individualización naturalista de la forma. Para ello, las figuras se delimitaban por una línea oscura de trazo más o menos grueso que definía los contornos. Es una pintura muy dibujística, de contornos nítidos. Los dibujos suelen ser simples y basados en formas geométricas, de forma que la expresividad de los cuerpos, su posición en el espacio y su gesticulación está conseguida de manera sencilla. En algunos casos, aunque el linealismo se mantiene, se puede hacer menos elemental, más barroco, con predominio de curvas (San Isidoro de León).
b) Uso de colores planos: no existe degradación ni busca de modulación de los colores para expresar volúmenes. La pintura románica utiliza convencionalismos en su realización (ocre para el cuerpo femenino, rojo para el masculino, etc.)
c) Carencia de profundidad y luz: las figuras se disponen en posturas paralelas a manera de relleno de un plano, y con frecuencia resaltan sobre un fondo monocromo o listado en franjas horizontales de diversos tonos. Al no proceder a la mezcla de los colores las escenas carecen de vibración lumínica.
d) Composición yuxtapuesta; preferencia por las figuras frontales y por la eliminación de cualquier forma que rompa el plano. En los grupos las figuras no se relacionan hasta el románico tardío, alrededor de 1200.
e) Carencia de perspectiva: la pintura románica respeta la uniformidad de los muros, no creando nunca espacio detrás de las figuras, que se destacan sobre un fondo uniformemente claro u oscuro, o bien sobre bandas de colores diferentes. La pintura no tiene más que dos dimensiones, no se buscan efectos de distancia. Además se somete a las exigencias de la arquitectura, alargando, encogiendo o desviando las figuras.

Temas y función
Son los mismos que en la escultura. Destacar que el tema pictórico por excelencia es el Cristo en Majestad, que aparece casi siempre en el ábside (San Clemente de Tahull). Con frecuencia la parte baja de los muros de la iglesia no tiene decoración figurada sino simulaciones de telas o cortinajes.

2.- Pintura sobre tabla
Fue en España donde tuvo mayor repercusión y donde se conservan mayor número de ejemplares, sobre todo en Cataluña. Las principales creaciones son los frontales de altar, que adornaban la parte delantera de la mesa del altar, con la intención de manifestar o narrar unos principios religiosos a sus fieles. Su composición respondía a unas normas: el espacio central lo ocupaba Cristo, la Virgen o el santo titular de la Iglesia, y los laterales los apóstoles, profetas o narraciones de distinto tipo.
Técnicamente son maderas cubiertas por una capa de yeso, sobre las que se ubicaba cáñamo o pergamino pegado, cubriéndose con una fina capa de estuco sobre la que irán los colores, aplicados al temple.
Destacan los frontales de San Martín o el de la Seo d’Urgell, en Cataluña.

3.- Manuscritos iluminados

Salen de talleres especializados que mantienen algunos monasterios. Los encontramos por primera vez en Irlanda, desde el siglo VI hasta el XI se ilustrarán con una imaginación ya románica, con un enmarañamiento de trenzas y roleos que disimulan su comienzo y su fin, y que envuelven las formas humanas o animales, que se subordinan en su entrelazo.
Después, los encontramos en España, en Asturias, donde se iniciará una producción de ilustraciones del Apocalipsis de San Juan, llamadas “Beatos”.
Los manuscritos de los siglos XI y XII son muy numerosos, aunque carecen de la personalidad de los anteriores.
Técnicamente están realizados en pergamino, sobre los que se pintaba con pluma de ganso y tintas vegetales de colores muy vivos e incluso con realces en oro y plata.

viernes, 3 de octubre de 2008

Románico: Escultura

Los siglos XI y XII conocen el renacimiento de la plástica. Hay una sabia armonía entre el edificio y la ornamentación escultórica. Esta tiene un fin esencialmente didáctico. En aquella época, cuando la cultura estaba al alcance de sólo unos cuantos privilegiados, la Iglesia se preocupó de enseñar la religión con un método práctico: haciendo sencillos catecismos y tratados religiosos en piedra, que entraban por los ojos.

Técnicas y materiales
La técnica más empleada va a ser el bajorrelieve, que con la evolución se convertirá en medio y altorrelieve en el que se muestran claramente volúmenes, pliegues, vestimentas y detalle de las expresiones. También se harán esculturas de bulto redondo, aunque casi siempre integrado en un marco escultórico o cuando se trate de figuras de pequeño tamaño como un crucifijo. Es habitual la policromía. Los materiales se reducen a la piedra del lugar, pero también a la madera (imágenes de culto, Cristos y vírgenes policromados) y especialmente a la tableútica (hueso) y la eboraria (marfil para pequeñas imágenes o crucifijos) o las piezas de metal.

Características
A) CARÁCTER ARQUITECTÓNICO Y ADAPTACIÓN AL MARCO: en el Medievo, las distintas actividades artísticas no se consideraban expresiones autónomas entre sí, de ahí que escultura y pintura queden subordinadas a las necesidades de la arquitectura, que es la que proporciona los emplazamientos en las que situarlas. Las columnas y el mainel de la portada se decoran, a veces, con estatuas adosadas. A las arquivoltas se ciñen figuras humanas, de animales y de toda índole. Los tímpanos son el lugar preferido del escultor románico. Allí se dispone el Pantocrátor, rodeado del Tetramorfos. También se nos muestra al Dios justiciero, en el juicio Final, encerrado en la mandorla, distribuyendo benditos y réprobos a derecha e izquierda. El muro queda por lo común desnudo. Los capiteles son instructivos, historiados, que encierran temas, a veces, de un complicado desarrollo. La decoración alcanza a veces la misma basa de la columna. El ábside es otro sitio acondicionado para la ornamentación, ciñéndose los motivos a la forma de las ventanas. Por el interior la escultura escasea.

B) CARÁCTER ANTINATURALISTA Y HIERÁTICO: la adecuación al marco genera que la escultura adquiera esquemas antinaturalistas, los personajes se metamorfosean cuanto sea necesario para adaptarse a él. Así mismo, es una escultura hierática, entendiendo como tal aquella que muestra su conformismo con formas previamente fijadas por la tradición religiosa. A comienzos del siglo XI las figuras son bastante rígidas. Aparecen de frente, con vestidos cuyos pliegues siguen trazados preestablecidos, los rostros, de frente, carecen de expresión y los ojos abiertos parecen desorbitados. El hieratismo es absoluto. A principios del siglo XII nace una escultura de movimiento en la que los personajes parecen abandonarse a un baile desenfrenado, aparece la emoción y el sentimiento personal. En estas dos épocas, el contrate entre la representación perfecta de pies y manos y la interpretación poco preocupada por el realismo del resto del personaje, inciden en el antinaturalismo. Todos estos artistas sabían, sin duda, repensar la realidad, pero si no se adaptan a ella no es porque desestimen las proporciones del cuerpo humano, sino porque semejante concepción no les interesa, y aspiran a crear un mundo representativo que esté por encima de la apariencia visible y capte la esencia de los seres. Existe una tendencia, minoritaria, pero patente, que sigue una línea naturalista. Se produce en el último tercio del s. XI y primeros años del XII, en España, Francia e Italia, donde los escultores consiguieron excelentes resultados al inspirarse en las manifestaciones romanas de su entorno (relieves del altar de San Sernin de Toulouse, capiteles del maestro de Jaca-Frómista) .

C) GUSTO POR LO ORNAMENTAL, TENDENCIA AL “HORROR VACUI”: aunque la escultura pueda tener funciones más importantes, no se puede dudar que se realiza para enriquecer, decorar y embellecer los muros. La escultura llena completamente la superficie que le es concedida, amontona personajes y elementos sin preocuparse de sus proporciones y sin someterse a las leyes de la perspectiva. El artista tiende a llenar todas las superficies utilizables.

D) CARÁCTER SIMBÓLICO: obligados a ocultarse en los primeros tiempos del cristianismo y a utilizar símbolos misteriosos (pez, cordero, etc.) para reconocerse entre sí, los cristianos conservaron este gusto por lo misterioso. No está claro si su sentido profundo era accesible sólo a clérigos y eruditos o a todo el pueblo, pero se sabe que el simbolismo existió.

E) CARÁCTER GEOMÉTRICO: las imágenes representadas están definidas por figuras geométricas; todas las figuras podrían descomponerse en esquemas triangulares que hacen de ellas representaciones dinámicas y que restan protagonismo al hieratismo y la rigidez.

Iconografía
Existen una serie de temas propios de este estilo que se van a repetir por doquier. En el desarrollo de la iconografía, el papel de la iglesia ha sido grande. El artista románico procede dentro de un reducido campo de libertad. En las representaciones se procura destacar la conciencia viva del pecado, el temor a la condenación y la necesidad del arrepentimiento. El gran desarrollo que alcanza el tema del Juicio Final testimonia el horror a la condenación que se pretende inculcar. El pecado adopta una forma repelente. La lujuria suele aparecer representada por una figura de mujer. Para representar al demonio se recurre a figuras de animales. Se desarrolla una auténtica demonología. Lo feo se pone al servicio de lo malo, de igual manera que la belleza sublime es atributo de Dios.
En cuanto a los temas principales, estos pueden ser religiosos o profanos. Los primeros, los religiosos, están inspirados en distintas fuentes: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento (especialmente el Apocalipsis de San Juan), los evangelios apócrifos, las vidas de los santos. Entre ellos, el tema más destacado es el del Juicio final: habitualmente se representaba a Dios como Juez Supremo, con la mano derecha bendiciendo y rodeado del Tetramorfos, que simboliza a los cuatro evangelistas. Es frecuente que sobre el dintel de la puerta aparezca un friso con los veinticuatro ancianos o la representación de los justos, presentados con gran orden y quietud, y los condenados, en los que surge la confusión y el dramatismo del mal. Ejemplo: relieves de la fachada de Santa Fe de Conques. En ocasiones el tema anterior es sustituido por la aparición de un Crismón, la Adoración de los Reyes, etc. Por lo que respecta a los temas morales, los pecados de la avaricia y la lujuria parecen haber sido los únicos que inspiraron a los artistas de esta época. De forma particularizada, aunque en general, fue muy representado el tema de las luchas entre las virtudes y los vicios.
Temas profanos: en época románica, los conceptos sagrado-profano estaban plenamente confundido, porque la actuación del individuo se explicaba con la trascendencia del más allá. Así, si los sermones de la época no escatimaban los ejemplos subidos de tono, las imágenes no le iban a la zaga. También era muy habitual representar ejemplos de la vida cotidiana: juglares y acróbatas, figuras en sus quehaceres diarios, escenas de ocio, animales familiares de corrales y bosques, animales afrontados, diablos, monstruos, dragones y engullidores, etc.

La escultura exenta
No es muy abundante, está realizada sobre todo en madera tallada y podemos encontrar dos temas fundamentales: Cristo crucificado y la Virgen con el Niño. En el primero, Cristo se halla sujeto a la cruz con cuatro clavos, estando así los pies separados; los brazos se disponen rígidos, ciñéndose a la cruz, sin sentir el peso físico. En la cabeza lleva una corona real, como corresponde a su condición de Rey de Reyes. No sufre, no experimenta dolor; es un Cristo hermético. Unas veces se encuentra vestido con larga túnica, sujeta con un cíngulo, otras veces cubre su desnudez con un faldón que va de la cintura a las rodillas, cayendo en pliegues verticales. En los cristos próximos al gótico los brazos se doblan, acusando el peso, y las piernas se cruzan, sujetas con un solo clavo. El tipo de Virgen deriva del arte bizantino. Es una imagen sedente, ostentando corona. El niño está sentado en el regazo, bendiciendo o con el libro en la mano. Ambas figuras están rígidas, sin que exista comunicación de madre e hijo. En alguna ocasión hace su aparición el Calvario (Cristo, María y San Juan), como en el descendimiento de Santa María de Tahull.

Función de la escultura
A primera vista parecerá que su función es solamente ornamental, y de hecho algunos autores como Hausser así lo mantienen. Sin embargo, la posición de Hausser contradice todas las interpretaciones de la época, pues desde los orígenes de la iconografía cristiana, los teólogos repitieron que las figuraciones servían para enseñar, a través de ellas, a un pueblo que no sabe leer ni escribir, mediante formas asequibles a su mentalidad y capacidad. Es por esto que estas formas eran toscas y desproporcionadas, porque el interés del escultor se centra en llevar la atención de los fieles sobre el contenido que expone, no sobre la forma, de ahí su carácter expresionista, deformante de la realidad, en aras de unos intereses didácticos.

martes, 30 de septiembre de 2008

Románico: Arquitectura

La arquitectura de la Edad Media es un fenómeno extraordinariamente multiforme, pero tuvo su plena realización en la construcción de edificios religiosos. En estos siglos en los que la arquitectura es fundamentalmente religiosa, el templo y el monasterio constituyen el tipo de edificio usual.

Por lo que respecta a las iglesias, no hay un tipo fijo, sino que las tipologías varían en función de su funcionalidad, las posibilidades económicas para su construcción o el área geográfica en que se ubiquen. Podemos distinguir los siguientes tipos:

a) Las Iglesias de peregrinación: situadas en el románico pleno, son las construcciones más completas y monumentales. Cinco edificios sirven de modelo para este tipo de iglesias: la catedral de Santiago de Compostela, San Martín de Tours, San Marcial de Limoges, Santa Fe de Conques y San Sernin de Toulouse. Se conciben como lugares para acoger a la multitud de peregrinos, los cuales pasaban en la iglesia todo el día. Se componen de tres naves, la central más ancha que las laterales, separadas por gruesos pilares y cruzadas por un transepto. La necesidad de espacios cada vez más amplios conduce a nuevas soluciones como la creación de la girola y los absidiolos. Otro elemento fundamental es la tribuna, galería que recorre las naves laterales por encima de éstas, para acoger un mayor número de peregrinos.

b) Las iglesias basilicales: pertenecientes a monasterios o ciudades importantes. Son amplias pero no tan majestuosas como las de peregrinación. Se caracterizan por tener tres naves con transepto, no tan desarrollado como las anteriores, cabecera con tres ábsides semicirculares y, a veces, coronadas por un cimborrio situado en el crucero.

c) Las iglesias de tipo rural: numerosísimas, estas iglesias eran dependientes de señores laicos, de obispados y de monasterios, y se van a convertir en el centro de la vida campesina como lugar de todo tipo de ceremonias. Son iglesias pequeñas, construidas con peores materiales que las anteriores. Sus plantas son muy variadas: de una sola nave, con planta de cruz griega o con planta centralizada.

El monasterio refleja la importancia de la vida monástica en los últimos siglos alto medievales. Aparte de las instalaciones necesarias para la vida en comunidad, en el monasterio románico destaca el claustro adosado a la iglesia y las dependencias anejas (sala capitular, refectorio). El claustro es un gran patio central cuadrado, rodeado de galerías con arcos de medio punto que se apoyan en columnas; por su importancia en la vida del monje, se cuida su decoración escultórica y la sensación de recogimiento general, conseguido por medio de los contrastes de luz de la zona central descubierta y a penumbra de las galerías. Se encuentran casi siempre en lugares alejados de los grandes núcleos de población.

Por lo que respecta a la arquitectura civil y militar, esta se centra más en sus funciones que en su carácter estético.

El castillo: en principio se ubican en puntos estratégicos del territorio, pues son centros de protección militar de fronteras y vías de comunicación, además de sedes administrativas y viviendas de la nobleza feudal. Sus plantas suelen ser variadas, sin una tipología exacta y están construidos de acuerdo con las características del terreno. El punto de partida fue la torre-vigía (donjon) cuya función era tanto defensiva como de habitación. Con el tiempo los castillos se convertirían en verdaderas ciudades.

La mayor parte de las viviendas románicas estaban construidas en madera, por lo que no se han conservado. Más conocidas son las viviendas en piedra de los siglos XI y XII: su planta es sencilla, con dos o tres habitaciones unidas directamente, sin espacios intercomunicadores. Si tienen pretensiones señoriales adoptan varias plantas, cada una con una función.